miércoles, 23 de septiembre de 2009

tu vida... soy Yo!

Para escribirte todo lo que siento necesitaría que Neptuno fuera de papel y todo el grafito de la tierra. Si esas me faltaran, pudiera decírtelo en la cara si mi voz no temblara al verte, si mi corazón no dejara de latir al sentirte y si tus besos no fueran dinamita. Dinamita que quema pero se deleita. Tus manos son rocío en la mañana, tu cuerpo es mejor que un atardecer y tus ojos el mejor vino. Tu olor se esparce por mis venas, cortando mi respiración instantáneamente. Porque no me recuerdas que debo respirar cuando te siento cerca, porque mejor no me brindas tus suspiros con sabor a miel. Quisiera escalar tus músculos, lanzarme de un paracaídas a tu sur, beber tu sangre, robarte el aire, arrancarte el corazón, con mis manos detener tus latidos para cuando te falte la vida regalarte la mía. Brindarte mis latidos, mis venas y hasta mi sangre. Instalarte mi sistema respiratorio para que inhales mis últimas bocanadas de oxigeno. Que mi olor se incruste en tu nariz y así nunca puedas suprimirme de tus memorias. Amarnos por los días de los días. Un humano y una sin vida. No seré ni vampiro, ni zombi, mucho menos un espíritu celestial ya que Dios me habrá cortado las alas para que pueda vagar por el resto de mi inmortalidad a tu lado, velando por tus sueños, por tu vida, si es que tienes vida después de perderme. Aunque no me perdiste del todo… tienes la esencia de mi vida contigo, muy dentro de ti, de tu mente, de tu alma, de tu cuerpo. Mis instintos son los tuyos. El reloj marca las 10:39 am y tu sentado en tu cama sin hacer nada, solo respirándome, imaginándome, amándome, besando tus manos y al mismo tiempo las mías, rozando tu pecho sintiendo mis senos a través de ti, porque vivo en ti sin vida, porque mi vida eres tú. Te confieso portador de mi alma que siento tu tacto, respiro por medio de ti aunque no lo necesito, te masturbas y yo gimo, deliro y enloquezco, ansío salir de ti para que me hagas el amor. Temo asustarte por eso no me desprendo de tu cuerpo. Tan solo sería un espectro levitando a tu lado. Al tocar mi sexo yo sentiría todo, cada detalle pero tú solo sentirás el roce del viento y temo asustarte amor mío. Temo que huyas de mí, porque al alejarte perderás tu rumbo, tu existencia. Tu vida soy yo. Con mis poderes puedo expulsar tu líquido espeso fuera de tu organismo, adorando tu cara de placer, mi respiración acelerada. Toco tus pensamientos, dirijo cada uno de tus movimientos. Te alejo del mal. Mi hora favorita del día son las seis de la tarde cuando entras en la ducha de vidrio y siento el agua fresca correr por mi cadáver, rozas cada centímetro de mi dermis y erizas cada vello existente en mi, dulce como el roce de una flor. Hermosos los días de lluvia en los que veo las lloviznas mojando tu cabellera, hermosos los días de sol cuando los rayos ultravioletas penetran tu piel y te hacen ver radiante, esa maravillosa vista es como cuando ves un diamante en tu mano izquierda por primera vez. Inigualables las noches en las que tu cálido cuerpo pernocta junto al mío. Sin duda alguna excepcionales las mañanas cuando sale el sol y se exhibe en la ventana, tu cuerpo inerte sobre nuestro lecho y yo gozando dentro de ti. Tú y yo siendo uno. Una entidad, un alma, mis vicios son tuyos y tu inteligencia es muy mía. Corre desnudo en el prado sentirás una sensación única. Así o mejor me siento yo perteneciéndote. Porque todo en la vida tiene un propósito y yo fui creada por ese ser superior llamado Dios para darte vida.




Att.

Muñeca Delgado de Jesús

12 de agosto de 2009

11:31 am


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